domingo, 8 de marzo de 2015

39- EL PERRITO COLIN





Historias Hipotéticas?




El perrito “colín”





Alguien, dijo un vez : “ perro con cola, no caza ratones”. Y así comenzó este pequeño relato...



Hay ciertos acontecimientos, en la cronología de nuestra vida, que siempre son recordados ,- no te abandonan- , sobre todo si han sucedido en la infancia, y estos a su vez han contenido cierta dosis de dramatismo, de miedo o inclusive de pánico.

Estos momentos o situaciones, unas veces han sido “buscadas” ,y otras en las que te ves envuelto en ellas, sin haberlo deseado. - “porque estaría en ese lugar, ese día, y a esa hora-”, piensas posteriormente.

El “asunto” sucedió en el Barrio de Montemolin, de Zaragoza a mediados de los años 60 , -tendría sobre ocho o diez años-. Recuerdo el insoportable y bochornoso calor, y que todo aconteció a media tarde , en temporada de vacaciones escolares de verano

Mi querido padre, trabajaba por aquellos años en una fábrica de tejidos en el Camino de Las Fuentes muy cerca de casa, y era el responsable del mantenimiento de  las calderas , estas  suministraban vapor para las calandras,  y agua caliente para los tintes,  por esa razón comenzaba muy temprano su jornada laboral y así sobre las dos de la tarde tenia ya "tiempo libre" para dedicarse a otros menesteres ( el pluriempleo por aquella época estaba en su máximo esplendor).

Mi mayor  ilusión,  era acompañarle a cualquiera de estas obligaciones, máxime al estar de vacaciones, y si el “asunto” era por el barrio, casi siempre me dejaba ir con el ... recuerdo que ese día sugirió en que no fuera. Ante mi insistencia, accedió, avisándome previamente que no me iba a gustar .

En nuestro entorno proliferaban gran cantidad de vaquerías, y en estas, junto con las vacas “convivían” ciertos animales muy desagradables... las ratas. Para su “extinción” se empleaban todo tipo de argucias, venenos, cepos y … perros ratoneros, que eran criados casi exclusivamente para estos menesteres, los pequeños perritos, no se atrevían con las grandes ratas, pero si con sus crías, y por lo tanto desempeñaban una gran labor... -muerta la cría , se acabo la rata-.

En una de estas vaquerías, situada a mitad de la antigua calle Fillas, se iba a producir, el desagradable acontecimiento que hoy todavía recuerdo. El acceso al recinto se hacia por un gran portón lateral al lado derecho de la entrada edificio, y atravesando un pasaje de cierta altura ,nos introducía en un amplio corral, situado al fondo de la finca ( todavía recuerdo ver entrar  por estas enormes puertas los grandes carros cargados de alfalfa, arrastrados por las caballerías).

Una vez dentro nos encontramos a varias personas reunidas , entre ellas el propietario, de la vaquería , y tres señores mas, que reconocí “como del barrio”, todos ellos con una “misión”... efectuar una caudectomía a un perrito joven de unos cinco o seis meses aproximadamente, ( demasiados meses, para este tipo de “intervención”).

Tanto el animalito , como el “ pequeño observador”, éramos los dos únicos “invitados” que desconocíamos el porqué de esta reunión , el primero correteaba alrededor de todos nosotros, como si la fiesta no fuese con el, y el segundo (yo), estaba mas atento a las vacas y a los terneros, que a otras cosas... hasta ese instante todo era normal... o me lo parecía.

Llegado el momento todo el grupo nos dirigimos a un pequeño cobertizo del corral , allí una vieja y “destartalada” mesa de madera, presidia el centro de la estancia ... era todo el mobiliario. Justo debajo de esta mesa comprobé, la existencia de un caldero metálico lleno de carbón incandescente, conteniendo unas tenazas de gran tamaño, y al lado de este recipiente, una lata de “Zotal” y unos sucios guantes junto con unos viejos trapos... todo esto era el “instrumental” de lo que iba a ser aquel “quirófano móvil veterinario”.

Acompañaba a todo esto un olor nauseabundo típico de vaquería, que junto con las moscas y el calor, hacían de todo ello un “cóctel asqueroso”, macabro y ... paralizante... (desconozco la proporción de cada uno de los “ingredientes” pero las dosis eran mas bien altas ).

Nada mas entrar en el cobertizo, quedé apoyado, ( mas bien “pegado”) en la pared, algo lejos de la mesa , pero observando todo ...no podía escapar, estaba allí y tenia que verlo -y no quería ver-, el final de aquella “reunión”.

Alguien debió de dar la señal, y uno de los participantes llamó al animalito, y este -sin saber hacia donde caminaba-, fue directamente a el ... el hombre  lo cogió entre sus brazos.

El pequeño can se dejaba tocar y acariciar. Un instante después, lo acercó a la mesa , y sin soltarlo lo posicionó horizontalmente y sujetándolo con fuerza hizo un gesto a los demás, confirmando que todo estaba preparado... uno de los participantes, que se había colocado previamente los guantes sucios de gran tamaño... fue el que cogió de forma ágil la tenaza del caldero... rápidamente el único de los invitados que no había participado todavía, entró en “escena” y acercándose a la mesa y sujetó la colita de perro.

El hombre de las tenazas hizo un ademán de querer medir por donde iba a cortar, seccionar o “ intervenir” y ... zass, con un corte rápido, perfecto y “limpio” y nuestro canino amigo se quedó sin rabo, en menos que canta un gallo.

La persona que quedó con el apéndice en sus manos, lo dejó en la mesa y de forma automática aplicó con uno de los sucios trapos (gasa estéril), una buena dosis de Zotal ,(supongo como garantía de "posoperatorio", antiséptico, antiinflamatorio y anti-doloroso , vamos... un “tres en uno, medicinal “). A los efluvios olorosos anteriores había que añadir ahora el olor a carne quemada, y el del Zotal, estos a su vez se mezclaban con todos los demás y terminaban de completar el macabro y sanguinario coctel .

Con los aullidos del pobre animal se daba por terminada de “cocinar la situación”. Todo había terminado, el perrito al verse suelto de las manos que lo sujetaban , dio un gran salto de la mesa ,y como alma que lleva al diablo dentro, comenzó una larga carrera alrededor del corral y consiguió esconderse debajo de unas escaleras, los gemidos del animalito  siguieron oyéndose , pero yo respiré profundamente, me separé de la pared ( hasta ese momento estuve como sujeto a ella) , me acerque a mi padre y cogiéndole la mano, pregunté ¿ por que ? Este muy tranquilo y sereno, me contestó:               

                                       ¡¡-los perros con cola no cazan ratones¡¡.

Todo había a acabado, para el perrito, y también, para los “ cirujanos veterinarios”... para estos, fue un trabajo mas de colaboración y ayuda vecinal . Para el animalito, supongo que un dato para su “cv en su ficha o cartilla de caza ".  Para mi, como experiencia supuso el que nunca mas volvería a presenciar una acción de este tipo.